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miércoles, 16 de noviembre de 2022

Muere Frida, la perra rescatista

 

Nunca en México el fallecimiento de un perro había suscitado tantas lágrimas. Pero es que este martes ha muerto Frida, la perra de la Marina que colaboró como ninguna en los rescates tras el terremoto que devastó el país en 2017, convirtiéndose en el símbolo de la esperanza que la acompañó el resto de su vida. Escuchar los ladridos de un perro de rescate mientras rebuscaba entre los escombros de un edificio podía significar que había alguien ahí abajo. A lo largo de su vida ayudó a salvar la vida de 12 personas y a recuperar más de 40 cuerpos.

“Querida Frida”, ha dicho la Marina en un comunicado, “aunque tu partida nos duele, hoy la Familia Naval promete honrar tu memoria, actuando bajo el legado que nos enseñaste: nobleza, lealtad y amor”. El secretario de la institución también ha lamentado su muerte. “Con gran tristeza hoy despedimos a Frida, nuestra perrita rescatista. A lo largo de su trayectoria nos mostró el verdadero significado de la lealtad y el trabajo en equipo. ¡Gracias por tu incansable labor!”, rezaba el comunicado que ha publicado Ojeda Durán en su cuenta de Twitter. Otros mensajes de cariño y amor han inundado las redes sociales en referencia a Frida. “Te vamos a querer siempre, Frida”, “Eres una heroína nacional”, “Gracias por todo, Frida”, “Estoy llorando ahora mismo. Todos estamos llorando”, eran algunos de ellos.


Ana Laura Hernández Castillo (25 años) participó, como tantos otros voluntarios, en las labores de rescate que se llevaron a cabo en Ciudad de México después del terremoto. “Para mí Frida significó mucho, fue un símbolo de los terremotos y de los rescates”, cuenta la joven en una llamada telefónica. “Estuvimos días ayudando a sacar escombros y recuerdo que llegó un equipo de rescate belga a la zona en la que nosotros estábamos, y trajeron perritos”, rememora. “Nos evacuaron a los voluntarios y se quedaron solo los rescatistas. Y allí nos quedábamos todos en silencio, escuchando, y cuando los perritos de repente empezaban a ladrar porque habían encontrado gente nos emocionábamos mucho. Volvíamos a formar una fila y empezábamos a mover piedras, con la esperanza de que hubiera alguien vivo ahí abajo”.



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